La ECO-ENDOSCOPIA, también llamada ULTRASONOGRAFÍA ENDOSCÓPICA, es un procedimiento realizado con un instrumento (eco-endoscopio) que permite introducir en el interior del organismo a través de la boca o del ano una cámara de televisión que transmite a un monitor imágenes en directo de las paredes de tubo digestivo y, a la vez, un ecógrafo que, mediante ultrasonidos, muestra los tejidos y los órganos situados más allá de las paredes del tubo digestivo.
De esa forma, cuando se introduce por la boca, además del esófago, el estómago y el duodeno, el eco-endoscopio permite explorar también los ganglios linfáticos, las arterias y las venas del tórax y del abdomen superior y, en parte o en su totalidad, el corazón, el hígado, la vesícula y los conductos biliares, el páncreas, los riñones y las glándulas suprarrenales. Cuando se introduce por el ano, además del recto-sigma, el eco-endoscopio visualiza la vejiga, la próstata, los genitales internos femeninos y los vasos sanguíneos y ganglios de la pelvis. El eco-endoscopio posee además un canal de trabajo a través del cual pueden introducirse instrumentos para realizar maniobras intervencionistas (por ejemplo una aguja para puncionar lesiones y obtener muestras para analizar con el microscopio).
La eco-endoscopia no es un procedimiento doloroso, pero es técnicamente complejo, laborioso y prolongado, motivo por el cual se realiza siempre bajo sedación intravenosa más o menos profunda. No obstante, en la mayoría de los casos no es necesario un ingreso hospitalario posterior. La eco-endoscopia es un procedimiento que consta de dos fases que, en caso necesario, se realizan consecutivamente. La primera es exploratoria y la segunda intervencionista.
Depende del resultado de la fase exploratoria, es decir, de que se haya detectado o confirmado una lesión (un tumor o un ganglio) que necesite una toma de muestras para análisis diagnóstico. Ésta se realiza mediante la punción con una aguja y la aspiración del líquido o del tejido para obtener células que se estudian al microscopio. En ocasiones la intervención será terapéutica, para realizar un drenaje (vaciado) de un quiste o de un absceso o para acceder a un conducto (biliar o pancreático) inaccesible por su orificio natural. No obstante, hay ocasiones en que es preferible optar por otra modalidad alternativa de tratamiento, bien por radiología intervencionista percutánea o bien por la cirugía.
La eco-endoscopia es un procedimiento invasivo que expone a riesgos a quien se somete a ella. Afortunadamente los riesgos son estadísticamente bajos y el médico que la solicita y el que la realiza piensan que los beneficios potenciales de la eco-endoscopia para la salud del enfermo exceden dichos riesgos y por tanto consideran que está indicada. En caso contrario la considerarían contraindicada. El riesgo es un concepto estadístico aplicable a la población pero resulta imposible predecir el riesgo individual de cada persona, básicamente porque depende de múltiples factores, muchos imposibles de controlar, y por ese motivo las complicaciones aparecen casi siempre de forma accidental e inesperada. A pesar de ello, el médico que realiza la eco-endoscopia está siempre alerta ante la posibilidad de que surja una complicación y tratará de adelantarse a ella dando por finalizada la exploración antes de que llegue a producirse, cosa que no siempre es posible.
Las complicaciones potenciales de la eco-endoscopia son tan variadas y de gravedad tan variable que resulta prácticamente imposible enumerarlas en su totalidad. Sólo comentaremos las más importantes por su frecuencia, pero si le preocupa alguna otra en particular no dude en preguntarle al médico antes de la exploración. Aunque todas las complicaciones aparecen en el curso de la eco-endoscopia o en un momento posterior a ella, sólo una parte se produce exclusivamente por obra del procedimiento, mientras que otras aparecen por la concurrencia de factores relacionados con el estado de salud previo del enfermo (por ejemplo, el riesgo de sufrir una hipoxemia durante la eco-endoscopia es mayor en una persona con una enfermedad pulmonar previa que en otra con los pulmones sanos, aunque para ésta segunda el riesgo no es cero). Por ese motivo es muy importante que comunique al médico que va a realizarle la eco-endoscopia cualquier enfermedad que padezca o haya padecido y todos los medicamentos que toma en la actualidad o ha tomado en la última semana. Por motivos técnicos resulta también muy importante que comunique al médico si ha sido sometido a algún tipo de cirugía del esófago, estómago, duodeno, vesícula, conductos biliares, hígado o páncreas y que le aporte toda la información que posea sobre ella en forma de informes escritos o radiografías.
Las complicaciones más relevantes producidas directamente por la eco-endoscopia son la perforación, la hemorragia y la infección. Cuando se interviene sobre el páncreas existe también riesgo de pancreatitis. Su incidencia global es menor del diez por ciento. La perforación es una complicación grave que requiere casi siempre una intervención quirúrgica urgente. Suele producirse cuando la punta rígida del eco-endoscopio tiene que superar una angulación del tubo digestivo. Los puntos de mayor riesgo son la faringe, el bulbo duodenal y la unión recto-sigmoidea, aunque la perforación puede producirse en cualquier punto del tubo digestivo.
La existencia de cirugías previas o de grandes tumores que distorsionan la anatomía normal incrementan el riesgo de perforación. Otra situación de alto riesgo para la perforación es cuando se dilata una estenosis para que el eco-endoscopio pueda pasar a través de ella, por lo que ésta maniobra sólo se realiza en ocasiones en que resulta imprescindible para tomar una decisión clínica relevante y no existe alternativa. La hemorragia y la infección suelen producirse cuando se realiza una punción con aguja, siendo más frecuentes cuando se punciona un quiste que una lesión sólida. La gravedad es variable. En la mayoría de las ocasiones se controlan de forma conservadora, la infección con antibióticos.
No obstante en ocasiones la hemorragia puede ser grave, requiriendo transfusión de sangre o una intervención urgente por el radiólogo o por el cirujano. La infección también puede complicarse con la formación de un absceso que requiera un drenaje radiológico o quirúrgico. La pancreatitis es una complicación potencial de la punción del páncreas, ya sea de una lesión sólida, quística o del conducto. El riesgo es mayor en pacientes en los que es necesario atravesar una porción de tejido pancreático sano para alcanzar el objetivo. Otra complicación potencial aunque muy infrecuente es la peritonitis biliar, cuando se punciona voluntaria o involuntariamente el conducto o la vesícula biliar.
Una intervención terapéutica especial es la neurolisis del plexo celiaco, en la que se inyectan los ganglios nerviosos abdominales de esa localización para tratar un dolor de origen pancreático intratable con medicamentos. En este caso pueden ocurrir complicaciones especiales como son hipotensión arterial, diarrea y exacerbación del dolor. Suelen ser leves y transitorias, desapareciendo en pocos días. No obstante, en ocasiones ocurren complicaciones graves como debilidad muscular y/o parestesias e incluso parálisis de los miembros inferiores.
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