Hospital Universitario La Zarzuela Madrid

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Mujer y deporte. La salud como meta

Capítulo 14. Ejercicio físico y cáncer de mama en la mujer

Capítulo 14. Ejercicio físico y cáncer de mama en la mujer

 

Autores:

  • Jana Gallardo Pérez. Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Universidad Camilo José Cela.
  • José Manuel Ballesteros Elorza. Entrenador Superior de Atletismo.

 

El cáncer es un proceso por el cual una célula normal escapa a los mecanismos de control del crecimiento celular y se produce un crecimiento descontrolado. Esta alteración en los mecanismos de control se produce por daños a nivel celular, en las zonas donde se encuentra la información genética, es decir en el núcleo celular. Estos daños en el material genético se pueden producir por mucha causas entre ellas algunos agentes externos como la radiación, los hidrocarburos producidos por el humo del tabaco, o por el azar.

Ante un fenómeno inicial en la alteración del control del crecimiento, se van acumulando más y más alteraciones genéticas que hacen que la célula tumoral adquiera una ventaja competitiva respecto a la célula normal, es decir, crezca más deprisa, ocupando su espacio, y también adquiere la capacidad de nutrirse formando vasos y la capacidad de migrar a otros órganos dando lugar a las metástasis.

Según el informe Las Cifras del Cáncer en España 2017, la incidencia estimada de los tumores más frecuentes en ambos sexos en el año 2015 fueron en orden decreciente: colorrecto, próstata, pulmón, mama, vejiga, estómago, linfoma, páncreas, hígado y riñón.

En el caso de la mujer la incidencia estimada es también en orden decreciente: mama, colorrecto, útero, pulmón, vejiga, linfoma, páncreas, estómago, ovario y leucemia.

El número de casos nuevos de cáncer de mama, en el año 2015, se estima en 27.747. Además, debido a la eficacia de los tratamientos, también es el tumor más prevalente en la mujer.

Teniendo en cuenta estos datos y al hablar de ejercicio físico y cáncer en la mujer, la mayoría de los estudios en este campo se refieren al cáncer de mama 
y es el tumor al que haremos referencia en este capítulo.

Como se ha mencionado anteriormente, las causas del cáncer son múltiples, y en muchos casos desconocidas. Los estudios epidemiológicos han identificado algunos factores externos que podemos modificar y que pueden tener un efecto protector sobre el desarrollo de cáncer. Entre estos factores se encuentra el ejercicio físico.

Para poder estimar y clasificar el coste de energía de la actividad física humana se ha desarrollado el compendio de actividades físicas “Compendium of Physical Activities” . En este documento se codifican las distintas actividades físicas y se les asocia un valor en MET.
MET “Metabolic equivalent of task”, es la unidad de medida del índice metabólico (3.5mlO2/kg x min), que es el consumo mínimo de oxígeno que el organismo necesita para mantener sus constantes vitales, es decir estando en reposo.

En la siguiente tabla se expone la clasificación en METs de algunas actividades comunes. Si una persona está haciendo un ejercicio de 10 METs significa que está desarrollando una actividad 10 veces mayor que el reposo.
Existen otras escalas para medir la intensidad de forma subjetiva, con una evaluación personal de la intensidad del ejercicio realizado en una escala de 1-10.

  • Baja intensidad es un esfuerzo de 1-3 veces más que el reposo (
  • Moderada intensidad es una actividad de 3-6 veces superior al reposo, lo que requiere un moderada cantidad de esfuerzo que acelera el ritmo cardiaco (3-6 METS), por ejemplo, bicicleta o caminar rápido.
  • Ejercicio vigoroso, que es 6 o más veces el basal y que requiere gran esfuerzo y causa respiración rápida e incremento importante del ritmo cardiaco (>6 METS), por ejemplo, correr o saltar a la comba.

En el 2016 se llevó a cabo un estudio en el cual se observó una reducción del riesgo de padecer cáncer de mama entre las mujeres más activas físicamente comparadas con las menos activas (RR 0.88). Si las mujeres inactivas realizan un ejercicio vigoroso durante al menos 150 minutos a la semana reducen su riesgo de padecer cáncer de mama a lo largo de su vida en un 9%.

Recientemente se ha publicado un estudio realizado en España por el grupo cooperativo de investigación en cáncer de mama, GEICAM. En este estudio se evalúa el riesgo de padecer cáncer de mama y la práctica de ejercicio físico. Se compara la actividad física y seguimiento de las recomendaciones sobre ejercicio de la OMS y el Instituto Americano de Investigación del Cáncer entre un grupo de mujeres diagnosticadas de cáncer de mama y otro grupo sin diagnóstico de cáncer de mama. Se observa que la media de ejercicio es mayor en el grupo sin cáncer de mama (20.4 MET-h/semana) que en el grupo diagnosticado de cáncer (16.6 MET-h/semana). Además, por cada incremento del ejercicio en 6 MET-h/semana se produce una reducción del riesgo de un 5% en las mujeres premenopáusicas. También se observa que las pacientes postmenopáusicas tienen que realizar un ejercicio más enérgico para obtener beneficio. Aquellas mujeres inactivas tienen un incremento en el riesgo de padecer cáncer de un 71% comparándolas con las mujeres que siguen las recomendaciones de ejercicio de la OMS.

Un dato importante de este estudio es que las mujeres inactivas en el año previo tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de mama, independientemente del ejercicio que hicieran en los años anteriores, frente a aquellas que se han mantenido activas siempre.

En conclusión este estudio sugiere que el ejercicio físico se asocia con un menor riesgo de padecer cáncer de mama. La actividad que se desarrolle debe ser moderada o vigorosa y, lo que es más importante, practicarla de forma regular.

Hoy en día, se puede afirmar, que es seguro realizar ejercicio tras el diagnóstico y tratamiento del cáncer . Además, el ejercicio puede influir en otros aspectos como la calidad de vida y el cansancio producido por los tratamientos.

Algunos estudios, incluso, han relacionado supervivencia y ejercicio. Varios estudios observacionales muestran que las mujeres que realizan actividad física moderada después del diagnóstico tienen mejores resultados que aquellas que no realizan ejercicio, observando una reducción de la mortalidad del 30 al 50%. En un estudio realizado en 2987 pacientes con cáncer de mama localizado, aquellas pacientes que estaban activas, definido como al menos 9 MET-h a las semana, -el equivalente a pasear a medio paso 3 horas a la semana-, tienen un 50% menos de probabilidad de padecer recurrencia y mortalidad que las que estuvieron inactivas.

Para el tratamiento del cáncer se utilizan la cirugía, la radioterapia, la quimioterapia, la hormonoterapia y los tratamientos biológicos. Como consecuencia de los tratamientos se experimentan cambios físicos y psicológicos que afectan a la calidad de vida. El ejercicio físico se ha identificado como un factor que puede ayudar a mejorar y aliviar los efectos de los tratamientos y contribuir a mejorar la calidad de vida.

La Sociedad Americana de Medicina Deportiva realizó una directriz, tras revisar los estudios clínicos, sobre el ejercicio en pacientes con cáncer. La evidencia científica sugiere que el ejercicio tiene un impacto positivo en el peso, estado físico en general, la fuerza muscular, la flexibilidad, la calidad de vida y en síntomas como la fatiga y el dolor.

Existen distintos tipos de ejercicio:

  • Aeróbico, que influye sobre el sistema cardiovascular y depende del consumo de oxígeno.
  • Ejercicios de resistencia, con entrenamientos de fuerza usando pesos o bandas de resistencias elásticas con la intención de mejorar la fuerza y masa muscular.

Hay que tener en cuenta las siguientes consideraciones generales:

  • Cada persona tiene una respuesta distinta al mismo ejercicio físico.
  • Hay unos días “más bajos”, producidos por los tratamientos, en los que es mejor descansar.
  • Si se está recibiendo tratamiento con radioterapia a lo mejor es preferible suspender, retrasar o modificar el programa de entrenamiento.
  • Las personas que están recibiendo tratamiento deben:
    • Consultar con el oncólogo.
    • Monitorizar los signos vitales. Si es enérgico antes, durante y después del ejercicio.
    • Evitar ejercicio en centros públicos como piscinas,  donde puede haber un mayor riesgo de exposición viral o bacteriana.
    • Evitar la natación si tienen un catéter externo o si están recibiendo radioterapia.
    • Parar el ejercicio y avisar al médico si tienen algún síntoma como desorientación, visión borrosa, mareos, dificultad para respirar, palpitaciones, dolor de cabeza, dolor óseo, etcétera.
    • Hay que tener en cuenta a la hora de realizar ejercicio si hay disminución de glóbulos rojos, blancos o plaquetas para adecuar el tipo e intensidad del ejercicio.

Recientemente se ha publicado una guía de practica clínica canadiense en la que se ha revisado toda la evidencia científica y los diferentes aspectos relacionados con el ejercicio y cáncer y han realizado las siguientes recomendaciones:

1. Las personas con cáncer pueden realizar ejercicio moderado de forma segura tanto cuando están en tratamiento activo como si han finalizado el tratamiento (ver recomendación nº 3).

2. Se recomienda realizar ejercicio moderado para mejorar la calidad de vida, y la forma física aeróbica y muscular.

3. Los médicos deben animar a sus pacientes para que realicen ejercicio. Se recomienda:

        • Un objetivo de 150 minutos de ejercicio aeróbico de moderada intensidad dividido a los largo de 3 a 5 días y ejercicios de resistencia al menos 2 días a la semana.
        • Las sesiones de resistencia deben incluir los grupos musculares mayores 2-3 días a la semana (8-10 grupos musculares, 8-10 repeticiones y 2 rondas).
        • Todas las sesiones deben incluir un periodo de calentamiento y otro de enfriamiento.

4. Antes de iniciar el programa de ejercicio se requiere una evaluación previa para conocer la situación de la enfermedad, efectos secundarios de los tratamientos y otras condiciones médicas.

5. Se recomienda que el ejercicio se haga en grupo, si es posible, o supervisado, porque el ambiente puede producir un beneficio superior. Valorado y prescrito por un médico deportivo y desarrollado por un grado en Actividad Física

6. Se recomienda que cuando sea posible los pacientes con cáncer desarrollen ejercicio de moderada intensidad 3-6 veces sobre el reposo de una forma constante, dentro de su estilo de vida para que la mejoría en calidad de vida, fuerza muscular y forma física se mantenga por largo tiempo.

Linfedema

Si se realizan actividades de resistencia que obligan a tener el brazo hacia abajo se recomienda elevarlo de vez en cuando y abrir y cerrar la mano.

La natación es una buena actividad. Hay que intentar evitar heridas o caídas sobre ese brazo.

Las actividades de tonificación, por ejemplo con gomas o pesas con baja resistencia, son adecuadas.

Utilizar prendas de compresión al realizar ejercicio; iniciar ejercicios de fortalecimiento/ resistencia muscular solo si el linfedema está estable (no haber requerido tratamiento del linfedema en los últimos  tres meses, ausencia de infecciones recientes en la extremidad, no aumento en la circunferencia de la extremidad superiores al 10% y no haber experimentado cambios en la capacidad de realizar las actividades básicas de la vida diaria).

Metástasis óseas

Hay que evitar los ejercicios de impacto sobre las zonas afectadas y zonas de carga. Es adecuado caminar o realizar bicicleta. Intentar evitar actividades con riesgo de caídas y golpes. Evitar ejercicios de tonificación que produzcan tensión sobre las zonas afectadas (p.e flexiones si hay metástasis en húmero).

Metástasis pulmonares

En este caso adaptar el ejercicio a la capacidad pulmonar. Pueden ser más convenientes ejercicios de tonificación que no producen grandes cambios en el volumen pulmonar.

Vaciar la bolsa de ostomía antes de realizar ejercicio físico. Es aconsejable evitar los deportes de contacto y aquellos ejercicios que aumenten excesivamente la presión intraabdominal. Los ejercicios de levantamiento de pesas/resistencia se deberían iniciar con baja carga y progresar lentamente bajo supervisión de un profesional. Se debe tener especial precaución en evitar posibles infecciones del ostoma.
Antes de iniciar el ejercicio se debe realizar una evaluación de la estabilidad, el equilibrio y la marcha; y considerar entrenamiento del equilibrio si está indicado. Valorar ejercicios aeróbicos alternativos (ej. bicicleta estática, aeróbicos en piscina) en lugar de caminar en caso de alteración de la estabilidad. En el caso de ejercicios de resistencia resulta conveniente el uso de mancuernas con revestimiento blando o el uso de protecciones como guantes deportivos.

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