El cáncer es la segunda causa de mortalidad en países desarrollados precedida por las enfermedades cardiovasculares.
Se calcula que casi un 30% de las muertes en España se deben a tumores.
Los factores de riesgo relacionados con la dieta y potencialmente modificables son:
Se estima que una dieta a base de alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, cereales no refinados, legumbres) podrían disminuir el riesgo de cáncer en un 11%.
Esta disminución podría llegar al 30- 40%, si a una adecuada alimentación se añade la actividad física y se evita el exceso de peso.
Hay que tener en cuenta, que la prevención no conlleva eliminar por completo determinados alimentos de la dieta, sino moderar su consumo.
No está demostrado que haya alimentos concretos (los mal llamados “superalimentos”) que por sí solos eviten el cáncer.
Se han realizado muchos estudios sobre la dieta y su asociación con el riesgo de cáncer. En el laboratorio y en los modelos animales hay evidencias de que algunos compuestos aislados, pueden ser cancerígenos o tener actividad contra el cáncer. Sin embargo, con pocas excepciones, los estudios en poblaciones humanas no han demostrado definitivamente estos resultados.
A continuación, se exponen algunos nutrientes, aditivos y componentes de la dieta estudiados:
Según las directrices internacionales una bebida alcohólica estándar es aquella que contiene 14 gr de alcohol puro.
Esto equivale a:
Se define como consumo moderado a la ingesta de una bebida máximo al día para mujeres y dos bebidas al día para los hombres.
El consumo excesivo de alcohol se define como la ingesta de cuatro o más bebidas en un día para mujeres y cinco o mas bebidas al día para los hombres.
El consumo moderado de alcohol eleva el riesgo de cáncer de cabeza y cuello (faringe, laringe y cavidad oral) entre 1,4 y 1,8 veces y el consumo excesivo entre 2,5 y 5 veces. Estas cifras son mayores si se asocia con tabaco.
El cáncer de esófago, es 1,3 veces mas frecuente en bebedores moderados y hasta cinco veces más frecuente en bebedores excesivos de alcohol.
El cáncer de hígado, es dos veces mas frecuente en consumidores excesivos de alcohol. Los tumores de colon y recto son hasta 1,5 veces más frecuentes en bebedores.
El riesgo de cáncer de mama, aumenta alrededor de un 7% en mujeres con ingestas de 10 gramos diarios de alcohol.
¿Puede el vino tinto prevenir el cáncer?
El compuesto resveratrol, que se encuentra en las uvas, se está investigando como factor protector de tumores. De momento, no se ha encontrado ninguna asociación entre el consumo de vino tinto y menor riesgo de tumores.
¿Cuándo disminuye el riego de tumores en exbebedores?
Se calcula que el riesgo de padecer tumores en consumidores excesivos disminuye a los 15-16 años, pero puede tardar en igualar al riesgo con no bebedores hasta 35 años.
Los antioxidantes, son compuestos químicos que interactúan con los radicales libres y los neutralizan. Están presentes en las frutas y verduras, tés, cereales y en algunos complementos dietéticos. Ejemplos de antioxidantes son los betacarotenos, licopenos, vitamina A , C y E y polifenoles.
Diversos estudios en animales, han coincidido en que la presencia de antioxidantes en altas concentraciones impide el daño celular provocado por los radicales libres. Por ahora, los estudios en humanos no han demostrado que los complementos con antioxidantes sean útiles en la prevención de cáncer.
Ejemplos de carnes procesadas son: salchichas, embutidos, carnes enlatadas, salsas y preparados que contengan carne como producto principal.
Las aminas heterocíclicas (AH) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), son sustancias químicas que se forman al cocinar carnes de vacuno, cerdo, ave y pescados a altas temperaturas y mediante parrillas, planchas, sartén o fuego directo.
Las AH se forman cuando los aminoácidos (componentes de las proteínas) y los azúcares reaccionan a altas temperaturas. Los HAP se forman cuando la grasa y el jugo de la carne gotea y produce llamas y humo. Este humo contiene HAP que se adhiere a la superficie de la carne. También se producen durante el proceso de ahumado.
La AH y los HAP inducen mutaciones en el ADN celular en experimentos de laboratorio y pueden aumentar el riesgo de cáncer en animales. Los estudios en humanos no han sido concluyentes.
No obstante, se recomienda evitar la exposición de la carne directamente a las llamas o a superficies metálicas durante periodos prolongados, voltearla continuamente, evitar las zonas quemadas y no utilizar el jugo de la carne para hacer salsas.
El consumo elevado de carnes rojas y procesadas se ha relacionado con mayor riesgo de cáncer sobre todo colo-rectal y en otras localizaciones.
El mecanismo se desconoce, aunque parece que el contenido de hierro y el método de preparación podrían influir.
Se recomienda limitar el consumo de carne roja a dos veces en semana como máximo y no abusar de las carnes procesadas.
El consumo de alimentos muy calientes (sopas, caldos...) parece que guarda relación con el cáncer de esófago por lo que se recomienda tomar los alimentos a menos temperatura.
Los efectos beneficiosos de esta dieta y las enfermedades cardiovasculares están ampliamente demostrados.
Desde hace años, hay datos de que en los países del sur de Europa, la incidencia de cáncer es menor que en el resto del continente y se ha atribuido a las características de la dieta.
Los mecanismos asociados a la prevención del cáncer se cree que están asociados a un mayor consumo de omega 3 y omega 6, elevado aporte de fibra, antioxidantes y polifenoles que se encuentran en frutas, verduras y aceite de oliva.
Las plantas crucíferas (coles, repollo, coliflor, brócoli…) son ricas en carotenos y vitamina C. En ensayos animales disminuyen la formación de tumores. Diversos estudios han evaluado la relación entre el consumo de estas plantas y el riesgo de cáncer de próstata, colo-rectal, mama y pulmón de momento con datos no concluyentes.
Las dietas veganas excluyen todos los productos de origen animal.
Los estudios realizados hasta ahora han demostrado una protección de las dietas vegetarianas frente a enfermedades cardiovasculares y cáncer.
Las dietas veganas parecen asociarse también con menor incidencia de cáncer.
Hay que interpretar con precaución los resultados debido al escaso número de estudios, tamaño pequeño de las muestras y poco tiempo de seguimiento.
Los estudios han demostrado que, el consumo elevado y habitual de sal, se asocia a un 68% más de riesgo de cáncer gástrico frente al consumo bajo de sal.
Los países con mayor consumo de pescados en salazón (Japón) tienen mayor incidencia de cáncer gástrico.
Los mecanismos no se conocen, pero parece que el exceso de sal daña la mucosa gástrica produciendo un aumento de la colonización por helicobacter pylori, factor de riesgo conocido para el cáncer gástrico.
Recomendaciones:
Las dosis diarias recomendadas son de unas 600 UI para los adultos y 800 U.I. para los ancianos.
El exceso de vitamina D puede ser tóxica y aumentar las concentraciones de calcio en sangre y en algunos órganos por lo que no se deben administrar suplementos sin control de los niveles plasmáticos.
Algunos estudios han relacionado el consumo o las dosis más altas de vitamina D con una menor incidencia de cáncer colo-rectal y de mama, pero todavía no hay resultados concluyentes.
En cuanto al consumo de suplementos de calcio y soja no hay estudios concluyentes.
Hay evidencias convincentes de la relación entre la obesidad y el cáncer de esófago (adenocarcinoma), páncreas, cáncer colo-rectal, endometrio, riñón y cáncer de mama, en mujeres postmenopáusicas.
El paciente obeso tiene mayor frecuencia de reflujo gastroesofágico, con lo que aumenta la incidencia de esófago de Barret, factor que predispone al adenocarcinoma de esófago.
Los mecanismos moleculares que explican la asociación obesidad-cáncer se desconocen, pero se postulan varios:
Además, el manejo de los tratamientos en pacientes obesos es más complejo, por la dificultad para localizar ciertas lesiones y la mayor tasa de complicaciones en la cirugía (tromboembolismos, infecciones, peor cicatrización y mayor estancia hospitalaria).
Los cambios en el estilo de vida (aumento de actividad física y cambios en la dieta) que conllevan pérdidas de peso mantenidas entre un 5-10% disminuyen la incidencia de tumores, evitan las recidivas y mejoran los resultados de los tratamientos oncológicos.
La dieta es una parte importante en el tratamiento del cáncer. Llevar a cabo una dieta equilibrada y variada tiene como objetivo principal sentirse mejor y poder afrontar los diferentes tratamientos con mayor fortaleza.
Los objetivos son:
Se deben comer todos los grupos de alimentos, aportando así al organismo todos los nutrientes necesarios para mantener las funciones y aportar la energía necesaria diariamente.
La dieta debe ser suficiente y variada, cocinada de forma sencilla y que incluya 4-5 comidas al día:
Hay que tomar con frecuencia platos con 3 o más alimentos de los diferentes grupos. Una manera fácil de conseguir esto es mediante guisos y potajes.
Se recomiendan seguir unos hábitos de vida saludable e higiénicos:
Cuando un paciente pierde peso, a pesar de todas las modificaciones de la dieta, es necesario recurrir a algún método de alimentación artificial preferiblemente a través del tubo digestivo.
Cada persona reacciona al tratamiento de forma diferente. Hay personas que son más propensas a padecer efectos secundarios y otras presentan muy pocos.
Esto puede dar lugar a llevar una alimentación inadecuada por un déficit de alimentos o por una mala elección de éstos.
Si la alimentación no es buena, la sensación de debilidad, cansancio y respuesta al tratamiento se verá afectada.
Algunos de los efectos secundarios relacionados con la alimentación son:
Las recomendaciones generales son:
Consejos para enriquecer la dieta:
Evitar:
La consecuencia suele ser disminución de los sabores o, al contrario, sabores muy potenciados.
También es muy frecuente tener un regusto metálico y amargo, que sucede especialmente con algunos alimentos como la carne roja. Esto lleva a evitar ciertas comidas induciendo pérdida de peso.
La aversión a alimentos específicos, puede ser una conducta condicionada por síntomas inducidos por ellos como la disfagia, dolor o digestiones pesadas.
Este síntoma puede requerir eliminar la carne de la dieta, especialmente las carnes rojas y sustituirlas por otras como pollo, pavo, jamón cocido, o bien alimentos ricos en proteínas como pescado, huevo y especialmente productos lácteos que son menos rechazados.
El sentido del gusto volverá, en la mayoría de los casos, total o parcialmente a la normalidad.
Para evitar esta molestia se recomienda:
Consejos:
Trucos para potenciar la salivación:
La disfagia es la dificultad para tragar líquidos y/o sólidos debido a la alteración de las fases de deglución.
Para facilitar la alimentación cuando aparecen estos efectos se recomienda:
Los vómitos afectan con mayor frecuencia a mujeres jóvenes y a los pacientes con antecedentes de alcoholismo.
La relación entre el consumo de algunos alimentos y el efecto tóxico del tratamiento pueden condicionar rechazos adquiridos y condicionados frente a alimentos específicos que se asocian con la ansiedad, las náuseas y los vómitos que preceden a la quimioterapia de forma anticipada. Esta asociación afecta, no sólo, a alimentos nuevos, sino también a alimentos que se tomaban con regularidad antes de comenzar el tratamiento. Se puede evitar el rechazo a algunas comidas mediante la utilización sistemática de un mismo alimento o bebida antes de la quimioterapia o radioterapia, para concentrar, de esta forma, la aversión adquirida en un único alimento, evitando que este rechazo se establezca a otras comidas más importantes en la dieta del paciente.
Recomendaciones:
Desaconsejado:
Consejos:
Si las náuseas o vómitos se presentan:
La diarrea se puede presentar en diferentes grados de intensidad, y según la gravedad de ésta, el médico marcará las pautas a seguir.
Es importante mantener una dieta progresiva.
El tratamiento de la diarrea por quimioterapia debe consistir en la ingestión de líquidos abundantes como la limonada alcalina (agua, 1 cucharada de azúcar, zumo de un limón, una punta de cuchillo de sal y otra de bicarbonato).
Si la diarrea es muy importante se puede utilizar “sueroral” para mantener la hidratación del paciente.
Consejos en caso de diarrea controlada:
Evitar:
No suele ser una complicación del cáncer, pero puede agravarse por distintos motivos:
Consejos:
La mayoría de los trastornos nutricionales se deben a tumores del tubo digestivo. El efecto más común es la obstrucción en algún punto del tracto digestivo, desde la boca y el esófago hasta el recto, provocando disfagia, vómitos y dolor abdominal.
Si el paciente no presenta disfagia, se debe intentar alimentación por vía oral con dieta hipercalórica e hiperproteica, por lo que se recomienda una dieta rica en legumbres huevos, yogur, queso, flan, natillas etc. Suelen tolerarse mejor que las carnes y los pescados.
Si por el contrario el paciente presenta disfagia, que es un efecto bastante frecuente, se puede recurrir al uso de espesantes, gelificantes y suplementos nutricionales específicos.
Si la disfagia es intenta es necesario recurrir a la alimentación por sonda nasogástrica.
La disfagia progresiva, primero para sólidos y después para líquidos, se ve acompañada con frecuencia de dolor, astenia y anorexia que contribuyen a limitar la ingesta y a desarrollar una desnutrición.
Se deben realizar todos los esfuerzos para mejorar el estado nutricional antes de la intervención, preferiblemente con la alimentación por vía oral y si no es posible con alimentación artificial.
En muchos casos la única opción a la alimentación oral es la dieta líquida y nutricionalmente completa, pero algunos pacientes experimentan un alivio sintomático de la disfagia que les permite alimentarse correctamente por boca. En estos últimos casos la dieta debe consistir en alimentos triturados, especialmente la carne y el pescado que se toleran peor, lo que puede hacer necesario complementar la dieta oral con algún suplemento proteico.
La quimioterapia y radioterapia pueden afectar a la mucosa esofágica produciendo pirosis y dolor retroesternal, disfagia y odinofagia, que limita o impiden la alimentación oral.
En principio la dieta debe ser rica en hidratos de carbono complejos, pero estos pueden ser mal tolerados si la insuficiencia pancreática es importante. Los carbohidratos simples pueden aumentar los síntomas de síndrome de Dumping o la hipoglucemia postprandial, por ello puede recurrirse a oligosacáridos de glucosa, pero siempre realizando controles de glucemia después de las comidas.
Cáncer de colon y recto
Estos pacientes no suelen experimentar pérdida de peso salvo en casos de carcinomatosis peritoneal o fístulas digestivas producidas por el tumor.
La resección de colon no se asocia a problemas nutricionales y solamente produce diarreas inicialmente, que mejoran posteriormente.
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